~Everytime We Touch~
Cause everytime we touch, I get this feeling
And everytime we kiss I swear I can fly
Can't you feel my heart beat fast, I want this to last
I need you by my side
Your arms are my castle, your heart is my sky
They wipe away tears that I cry
The good and the bad times, we've been through them all
You make me rise when I fall
Estado: Soñolienta
Música que escucho: All About Us (t.A.T.u.)
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Subió al barco con Engel en brazos, quien aún seguía inconsciente. Una sirena le dijo que se comunicaría con el médico del parque, mientras la otra lo guió hasta el camarote para que recostara a la desmayada. Masako los acompañó, se veía muy preocupada por su madre. –No te preocupes, estará bien, sólo se encuentra agotada por el juego.-, dijo para relajar a la niña, aunque él realmente temía que su prometida no volviera a abrir los ojos o que despertara sin ser ella misma. Recostó el cuerpo de Engel, y unos minutos después Masako se quedó profundamente dormida al lado, abrazando a su progenitora. Él se arrodilló junto a la cama y sostuvo la mano de su amada. Se sentía angustiado, ¿qué podía hacer más que esperar? El médico no llegaba, y no sabía que le diría cuando apareciera, no podía decirle lo ocurrido porque sería tomado por un loco. Necesitaba un exorcista más que de un doctor.
Dentro de aquella oscuridad no había nada, sólo las dudas que siempre llegaban a atormentar, y que por un tiempo pasaron a ser vacías hasta olvidarse, pero, en el retorno de aquella presencia de su pasado de nuevo eran invocadas con fuerza.
Abrió de golpe los ojos, y se encontró en un lugar completamente diferente de lo que recordaba. Escuchó voces, inmediatamente buscó ese centro de molestia, pero antes su mirada pasó para la calidez que se apreciaba al lado, notando a la pequeña dormir cerca suyo sosteniéndole, luego enfocó al doctor y al mayor, oyendo aquel breve dialogo que intercambiaban, hasta que el médico pareció notarlo. No emitió gran cosa porque este se volvía al moreno como reprendiéndole por no creerle que iba a despertar en cosa de nada, o algo así llegó a comprender en ese dialogo, le vio acercarse emitiendo unas dudas sobre su estado, si estaba mareado, y algunos otros posibles síntomas, sólo negó. De ello sólo recibió un “Vaya a revisarse si siente un malestar.”, aceptó aunque no era nada medico ese asunto, por eso odiaba ese lugar.
Miró al otro pero no tenia deseo de decirle nada tampoco, así que prefirió sólo brindar la atención a la pequeña acariciando sus cabellos platinados, viendo esas pequeñas orejas similares a las suyas.
El doctor se retiró del camarote. Se sintió aliviado al ver a su prometida abrir los ojos, más aún al saber que era ella misma. Esta no le dedicaba su mirada, ni le dirigía palabra alguna, pero aquella delicadeza y cariño que transmitía a Masako le confirmaban que se trataba de su amada. -¿Sigues enfadada conmigo, bella durmiente?-, preguntó sin recibir respuesta. –Me alegra que ya estés despierta. Creí que alguien tendría que besarte para que despertaras de tu sueño, y no sabía si el beso de un pirata serviría como el de un príncipe.-, dijo intentando romper la tensión entre ambos. En aquel silencio incomodo, de pronto sintió el movimiento del barco al zarpar, este dejaba la isla ya que todos los participantes habían subido a bordo.
-Preferiría seguir durmiendo que recibir un beso suyo.-, emitió con enfado, y es que no recordaba algunas cosas de aquel encuentro, pero, la principal allí estaba marcada, el hecho de que ese hombre si estuvo con aquella sirena. No eran celos se decía, y aún así allí estaba enfadado por esa situación, cuando no debía de sentir nada de nada por lo que hiciera el otro o con quien lo hiciera.
Decidió ignorarlo, y es que era mucho mejor, debía de calmar su mente, deslizar sus dedos por los cabellos de la menor le ayudaba, viendo lo largo que era, eso le hacía recordar cuando él mismo lo tuvo así de largo, era uno de sus mejores orgullos, pero un día sólo se lo cortó rompiendo todo de aquella ilusión.
Suspiró pues recordó la apuesta. -…Cumpliré con la parte de aquel trato…-, emitió aceptando los términos que se habían dicho.
Había ganado, con una ayuda inesperada, pues de no ser por aquel fantasma se hubiera alejado de su objetivo. –Bien, vivirás conmigo esta semana. Cuando regresemos puedes pasar por tu casa a recoger aquellas pertenencias que creas necesarias, pero no te distraigas demasiado tiempo con ese tipo.-, dijo con recelo refiriéndose a Lenka. –Recuerda que esta semana me perteneces.-; agregó sacando el parche que guardaba en su bolsillo, volviéndoselo a colocar sobre el ojo derecho. –Ahora descansa un poco. Aún cuando toque puerto, el barco seguirá disponible para nosotros unas horas más. ¿Te gustaría probar algún bocado o algo de beber?-, preguntó dirigiéndose a la salida del camarote.
Escuchó atentamente pero le miró con molestia al oír que tenía que quedarse con él. -¿Por qué debo de quedarme en tu casa?-, cuestionó con claro tono enfadado, eran vecinos, y ya eso era muy poca distancia, ahora tenía que vivir en esa casa tan... Bueno, no era de su mejor gusto, no era que tuviera miedo a la oscuridad o a la fachada tan particular que tenia, pero, en definitiva nunca pensó vivir allí, le gustaban más los lugares con luz.
-Somos vecinos, así que no veo el problema de que venga de mi casa.-, emitió sin mucho deseo de ceder en eso, y en realidad Lenka no era el problema, sólo le estaba ayudando a sentirse seguro, pero, bueno, lo había usado de excusa así que no podía tampoco desmentir aquello, aunque tal vez pudiera mencionar algo que le ayudara, eso si lograba saltar a su detector de mentiras.
-Nada.-, Lo había mirado por unos momentos pero después apartó su vista. -Aunque me apetece un poco de vino, pero, las ganas se me quitan al imaginar que se lo pedirás a tu amiguita.-, Volvió a verlo. -Pero adelante, así me dejaras hacer una llamada sin tus interrupciones.-
-Te quiero tiempo completo. Cada minuto que pases lejos de mí será un desperdicio. Además, estás viviendo con ese tipo, ¿verdad?, no quiero que él te ponga ni un solo dedo encima en el tiempo que me perteneces. No deberías estar protestando en primer lugar, sigue mis órdenes.
Había considerado dejar aquella habitación para no incomodarla con su presencia, para que pudiera descansar tranquila, pero ante aquella clara enemistad que demostraba con la sirena le quedó claro que abandonando el camarote sólo la angustiaría. Y eso le alegraba.
-Mi “amiguita” me ha sido de ayuda hoy y antes de dejar el parque cumpliré la promesa que le hice. Le debo una foto autografiada. No solamente actúo para mí como trampa en el cementerio de barcos, también gracias a ella tus verdaderos sentimientos salen al descubierto. Me gusta cuando hablas de ella con recelo, porque eso significa que aún te importo. Estás usando tu teléfono móvil como arma para amenazarme y que me quede contigo, ¿por qué no me lo pides directamente?-, dijo acercándosele. –No te muevas, o despertaras a nuestra hija.-, dijo posicionando sus manos sobre el cuello de Engel, acariciándolo hasta desplazar hacia abajo la polera que lo ocultaba. Cubrió este con suaves besos, hasta acabar con una mordida. –Esta marca significa que me perteneces, recuérdalo cada vez que te veas a un espejo.-
Un rocío plateado se reflejó sobre su rostro cuando ladeó suavemente su cabeza, dejando a medio cubrir sus facciones, ocultándolo misteriosamente para dejar en reserva aquellos gestos que pudieran expresarse en ese momento, era como una doncella que no deseaba revelar la timidez que le acongojaba aún cuando no buscara ello.
Emitió un sonido de molestia al escucharlo, no negó ni aceptó el hecho de que vivía Lenka con él porque no era verdad a cien pero en realidad tampoco era falso, así que mejor lo dejó como creía el otro. -Aún no empieza tu tiempo de liderazgo, así que puedo quejarme todo lo que quiera.-, dijo aunque no alzando la voz, la había estado cuidando para no despertar a la niña, por lo cual no hacía tanto revuelo en su hablar.
No sabía a ciencia cierta porque estaba molesto, y no era por el juego, de hecho no le importaba ganar desde el principio, le desagradaba tener que seguir sus ordenes pero era una persona de palabra así que eso tampoco le causaba molestia, el enojo era hacia aquellos que hicieron absurdas interrupciones de lo que se suponía sería una salida tranquila, y terminaron haciendo de ello una noche terrible.
-No me interesa tenerte cerca.-, aclaró rápidamente, y no era ninguna excusa, necesitaba hacer aquella llamada, tampoco deseaba que él se preocupara innecesariamente. –Adelante, puedes continuar tu camino.-, le invitó a irse, eso deseaba de ver, no le importaba que se viera con su amiguita, no era nada, apretó la sabana bajo su mano.
Volteó al oír su voz más cerca, viendo donde se encontraba en ese momento, en un mínimo movimiento tendría un beso con él, casi lo sintió, pero, aún bajo sus expectativas este no tomó ventaja, sintiendo que pasaba su aliento sobre su cuello, le dejaba un cosquilleo y bajo aquella mordida un suspiro escapó sin reserva.
Las mejillas se sonrojaron, no por las palabras dichas si no porque en el fondo se quedó un huequito de insatisfacción por la soledad de sus labios.
Pensó que mínimo recibiría algún insulto, pero su amada dejó sin resistencia alguna que él tocara de esa forma su cuello. Y el suspiro que había percibido le provocó deseos de más, de tener aquel cuerpo bajo el suyo, hacerla gemir de placer. Lo único que se lo impedía era la presencia de la pequeña. Entonces notó un movimiento de labios de parte de su prometida, y creyó que esta finalmente arruinaría el momento dirigiéndole un comentario frío, pero los selló antes de que pudiera emitir palabra alguna con un apasionado beso. Degustó con su lengua cada rincón de aquella boca, no le importaba si recibía otra mordida.
Deseaba dejar escapar su voz en una palabra única para ese hombre que siempre le causaba tanta confusión, “Idiota” deseaba gritarle en su lengua madre, pero ni siquiera pudo emitir un sonido pues apenas buscaba articular la palabra cuando sus labios fueron capturados, el roce fue eminente en el calor compartido, y en la delicia de verse profanada su cavidad sin mayor pudor en la demanda.
Cedió su cuerpo sin mayor remedio contra el del mayor, el peso fue guiado hacia caer recostado en la cama, y signo de reflejo lo sostuvo de la espalda, el baño carmesí en el suave rocío de sus mejillas siguió claro por notar sus ojos cerrar por aquella suave caída que no permitía perturbar demasiado el movimiento de la cama, en el descanso de la pequeña.
Era consciente de que no debía de permitir aquello, pero era al mismo tiempo un deseo siendo satisfecho, una sensación que sin su consentimiento nació, y el cual deseaba deshacerse pero siendo complacido de esa forma por un segundo se permitió disfrutar, aunque sería más fácil si estuviera pensando en alguien más, y estuviera invocando la imagen de esa persona como la que ahora dominaba el gusto de su lengua traviesa.
Los pensamientos ahora parecían sinceros al no tener a nadie más que el que dominaba su ser, esa persona que odiaba y que continuaría repudiando por tomar todo de él, pero, que aún así ahora se encontraba compartiendo ese pecado, danzando junto a la presencia intrusa que dominaba su aliento en un baile de conquista donde el calor pasaba a ser fuente de todo su cuerpo.
Al sentirse rodeado por aquellos brazos, deseó que estos nunca lo dejarán ir. Aquella boca que se dejaba saborear tan dócilmente, esa lengua en movimiento que lo invitaba a continuar, ser aceptado de esa forma curaba su afligida alma. Había sufrido demasiado por la prolongada carencia de aquel afecto, que como medicina mágica lo hacía sentir vivo de nuevo. Ser querido por su prometida y su hija era lo primordial para él, esas dos personas se habían convertido en sus pilares. Necesitaba el apoyo de ambas, le daban fuerzas para no desmoronarse. El futuro era incierto, pero le gustaba creer que esa semana lograría reafirmar el compromiso que lo unía a Engel.
Escuchó golpear a la puerta. Visitante inoportuno. No quería interrupciones, no quería desprenderse de su gran amor, era mejor ignorar al indeseado. Segundo golpe, tercer golpe, era fastidiosamente insistente.
Estaba perdiendo voluntad con aquella cercanía, y eso no era algo de lo que podía estar realmente orgulloso, esa sensación de docilidad que estaba reflejando en la entrega le estaba haciendo perder su sendero al menos en ese momento, era tanta su perdición que el sonido de la puerta no fue detectado en el primer golpeteo.
Continuó el golpeteo haciéndose más presente en su mente hasta traerlo a la realidad, y saberse entregado a alguien que no debería, lo empujó inmediatamente haciendo la separación, se mordió el labio ya que ni siquiera podía decir una palabra en contra del otro, debía de dejarle claro que ello no fue nada, pero no podía hacerlo, así que sólo desvió la mirada.
-Debe responder.-, Emitió cuando se calmó la agitación de su ser, y apenas lo había mirado pues aún preexistía la cercanía, y deseaba que se rompiera.
-Continuaremos cuando lleguemos a casa.-, expresó a su prometida antes de dirigirse a la puerta. Abrió y resultó ser Marina. La atendió sin abandonar el interior del camarote, para no preocupar a Engel. –Me fuiste muy útil, ¿tenías que arruinarlo?-, le dijo fastidiado. La sirena se mostró confundida, sin entender por qué estaba enfadado el actor. –Olvídalo. ¿Qué te trae por aquí?-, preguntó esperando una buena razón para poder llegar a perdonar aquella intromisión. Esta preguntó en primer lugar por la salud de Engel, y luego si precisaban algo. Le pareció una buena atención, así que, aunque la mujer había sido tan inoportuna, intentó serenar el frío tono de voz con el que la había recibido. –Gracias por tu servicio. Tráele un poco de vino y algún bocadillo.-, pidió de favor.
La muchacha no tardó en volver con la bandeja, y antes de retirarse comentó que hasta las seis la tripulación podía permanecer en el barco y había una fiesta en el salón principal, por si les interesaba asistir. Él rechazó la invitación. Su prometida se veía animada y comer algo le daría más energías, no era que no pudiera abandonar el reposo, en realidad quería mantenerla alejada de ciertos hombres. En la isla había notado que más de un pirata no quitaba los ojos de encima de su tesoro.
XD! jaJajaj que cosas en serio, XD pero es bueno hacerle sentir malito.... Y a la vez darle alas... o.o como terminaran...
Que le de alas pero que luego no se las corte -w-... Ok, ya es tarde, se las está por cortar en el comienzo de "Una orden, es lo que es"
Jajajaja xD meno, asi su amor se va haciendo más fuerte, debería de ser feliz, después ya nadie podrá alejarlo de él xD
Me gustaría que tuvieran un final feliz, pero si haces un final triste hazlo bien ^^