✞ Midnight’s Song ✞


~Running Up That Hill~
It doesn't hurt me, do you want to feel how it feels?
Do you want to hear about the deal that I'm making?
You, it's you and me
I'd make a deal with God, and I'd get him to swap our places,
Be running up that road, be running up that hill, be running up that building

Estado: Enamorada (♥)
Música que escucho: Wait a Minute! (Willow Smith)
Download: Películas

Bienvenidas sean, mis criaturas de la noche. En el presente artículo, tendrán un buen material para darse una maratón vampírica.
Mike Flanagan se ha convertido en uno de los más grandes maestros del drama de terror de los últimos tiempos. Después de congraciarse con sus exitosas “The Haunting of Hill House” y “The Haunting of Bly Manor”, finalmente decidió acatar a un viejo deseo que albergaba en su mente desde la juventud: crear una serie sobre los míticos bebedores de sangre, los vampiros. Esas criaturas, que siempre me han suscitado un interés inigualable por sus características (como la perpetuidad y el romanticismo), recientemente se han materializado a partir de las ideas de uno de mis productores favoritos de todos los tiempos y las actuaciones sublimes de un glorioso elenco, dando resultados espectaculares. La joyita del día de hoy se titula, “Midnight Mass” (Misa de Medianoche), una serie que comencé a ver por una casualidad del destino, no fue tan publicitada como las anteriormente mencionadas y la verdad es que debo dar un agradecimiento especial a mi hermana, ya que fue a quien vagando por Netflix se le ocurrió darle reproducir. Comencé a verla sin tener la menor idea sobre qué iba a tratar, pero pronto comencé a encontrarme con caras conocidas (Flanagan tiene unos cuantos actores recurrentes), el misterio me fue envolviendo poco a poco y en cierto punto descubrí que estaba nada más ni nada menos que frente a un gran amor.
La historia da inicio con un incidente de tráfico, que nos deja a un protagonista perturbado por un sentimiento de culpabilidad: debido a su adicción al alcohol, la vida de una joven mujer ha llegado a su fin y es un fantasma con el que tendrá que aprender a lidiar. Después de cumplir su condena en prisión, regresa a su hogar en una pequeña isla pesquera y religiosa, donde conoce al nuevo párroco del pueblo, un hombre carismático que promete milagros inimaginables para toda la comunidad, mientras que un ser siniestro se pasea en las sombras provocando terror y muerte.
Un tópico común en las obras de Flanagan es filosofar sobre la vida y la muerte, los personajes abren debates interesantes llevando entre si unos diálogos estremecedores, significativos y emotivos, que se perpetúan en nuestras memorias. El libreto, donde se pone en juego la visión católica y atea de la existencia del ser humano y el universo, está escrito de una manera bellísima.
Son siete capítulos en total. Lo sobrenatural dice presente desde el episodio uno, no obstante, el director se toma su tiempo en describir lugares y personajes. Los primeros episodios se centran especialmente en la presentación de los personajes, la oscuridad y problemática que alberga cada uno. La trama se cuece a fuego lento, hasta que todo explota de forma salvaje.
Mi personaje adorado es el padre Paul (Hamish Linklater), este hombre es tan preciosísimo e intenso que despierta todas mis pasiones. Un soñador romántico, cuyo milagro para sí mismo es el volver en el tiempo para tratar de enmendar las frustraciones del que fue un amor imposible. Las reacciones que guarda para la privacidad con su amante son adorables, como cuando durante el reencuentro toma sus manos y se pone a contar el viaje realizado como un colegial. Sus reacciones de vampiro novato también son encantadoras, el mismo actor se describió en sus escenas de chupasangre haciendo referencia a un “gatito bebiendo leche”. Hamish es tan expresivo, tanto en sus gestos como ademanes, transmite perfectamente el vaivén de emociones que lleva el personaje, desde la curiosidad, pasando por la felicidad e incluso la angustia; cuando su carita se pinta de ilusión me llena de alegría y cuando su voz se quiebra me parte el alma. Su cuerpo esbelto luce jodidamente sexy en jeans ajustados. Con un cura así de maravilloso, hasta yo iría a misa.
Recordarán (o les recuerdo) que fue la serie que nominé como mi predilecta en el cuestionario sobre el año 2021. Más, diría que se convirtió en mi serie n°1 de todos los tiempos.


Y por si vuestra sed de sangre no se saciara lo suficiente, Peter y Jason Filardi se han encargado de adaptar para la televisión un clásico de la literatura vampírica, “Jerusalem's Lot” de Stephen King. Bajo el título “Chapelwaite”, se presenta una historia que funciona a modo de precuela de dicho libro… que, para ser sincera, no he leído, aunque ahora tengo en mi lista de futuras compras; otra vez, no sabía que me encontraría con los chupasangre, terminó siendo una sorpresa; vi que subieron esta serie a una página que frecuente, género de terror más la actuación de Adrien Brody, suficiente para motivarme a darle una oportunidad.
La historia da inicio con un navegante heredando una mansión, quien, queriendo dar a sus hijos una vida más cómoda y escolarizada, opta por abandonar los mares y trasladarse a un pequeño pueblo minero. Tenemos uno de los puntos de partida más recurrentes del género de horror: Mansión heredada de un familiar muerto en circunstancias misteriosas, atrae las miradas de los curiosos y se difunde como leyenda macabra entre los vecinos. El capitán Charles Boone proviene de una familia con problemas mentales que han pasado por generaciones, así que, le toca enfrentar lo desconocido de su tétrico nuevo hogar sin saber diferenciar muy bien si se trata de realidad, superstición o locura.
Aunque Brody fue, en principio, motivación para darle oportunidad a la serie, su personaje no resultó ser del todo mi tipo. Mucho más interesante es el primo de este, Stephen Boone (Steven McCarthy), uno de los “fantasmas” que atormenta al pueblo, una criatura vampírica que posee su lado salvaje pero también algo de sensibilidad. Me resulta fácil empatizar con Philip, él no está en el bando del bien ni del mal, forma parte de un grupo aparte. Pienso que, si yo hubiera sido un miembro de la familia Boone, me hubiera aliado a él sin dudarlo, para alcanzar la inmortalidad bajo reglas fraternales. Durante toda la puja por obtener el libro de gusano, decidí jugar a ser ingenua echándole porras para que lo lograra, aunque en realidad siempre supe que eso no iba a pasar.
Otro personaje de mi especial agrado es la hija menor de Charles, Loa Boones (Sirena Gulamgaus). Por comenzar, Rebecca Morgan, el nuevo interés amoroso de su padre, no le cae en gracia y resulta comprensible por qué (aparte, debo admitir que la actriz elegida para representar a Rebecca tiene un algo en su forma de actuar y hablar que hace al personaje más insoportable de lo que realmente es -sin ofender si hay algún fan de Emily Hampshire leyendo esto-). El dolor por el fallecimiento de un ser querido y el sentirse traicionada por la gente de su alrededor, será lo que la lleve a juguetear en el umbral que raya entre la vida y la muerte. Es el personaje más emocional, dubitativo y cambiante de la serie; si bien su padre también tiene sendos conflictos internos, ella se encamina por sendas que muy probablemente yo misma tomaría, al menos hasta cierto punto.


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