~Tattoo Kiss~
tattoo kiss, the beginning is the red and black passion
relying on my contrary heart at times
the trump card is the mission to change the future
I don't need unclear answers for love
dreamin' the dream that won't stop, it's destined to fall
don't stop lovin', can't stop lovin' you
believe in you even if I lose everything in exchange for it still lovin'
can't stop lovin' you without giving me any pain at all and ending it, give me one more play
now's the time to cancel, do you love me more?
Estado: Hambrienta
Música que escucho: Escape (r.o.r/s)
Download: Nada...
Endless Story: A continuación podrán leer la tercera parte del episodio titulado “Adicto a ti“.
Despertó al ser llamado por esa voz que le recriminaba, bloqueado a la conciencia intrusa se impuso tomando el control de su cuerpo. Su rodilla no la apartó de la zona intima, ya no frotaba pero el contacto se mantenía. Aquella pose en la que el otro lo había dejado era de su agrado, allí se encontraba ubicado convenientemente sobre su hermosa doncella, con ella lista para ser devorada por completo. Sentía una mezcla de emociones, sentíase arder por el deseo de aprovechar el momento, agradecido porque el otro le había creado una escena tan excitante, pero también celoso porque, aunque fuera su propio cuerpo todo el tiempo, había sido el otro quien había estado disfrutando hace instantes. Se preguntó cuánto tiempo habría estado Engel a merced de ese fantasma, y competitivo pensó en que si ese intruso le había dado placer alguno él debía darle aún más. Notó que el brazo de su amada había sido mal herido y se sintió enojado, con el espíritu por haber hecho sangrar de esa manera a su prometida, y consigo mismo porque a pesar del daño quería continuar al considerar aquella una oportunidad demasiado perfecta para ser desperdiciada. –Engel…-, pronunció con un tono suave el nombre de su adorada anunciándole que estaba de regreso. Dejándose llevar por el encanto del momento, lamió uno de los pezones que al ponerse erecto chupó, pero el olor de la sangre se encontraba presente en el ambiente recordándole que su prioridad debía ser curarla, la culpa y la responsabilidad dejaron entonces en segundo plano su deseo carnal. Al abandonar el lecho poniéndose de pie vio en el suelo el sable, descubriendo entonces como había sido provocada la lastimadura. Desató a su adorada y se dispuso a ir en busca de elementos necesarios para tratar la herida. –Trataré el corte de tu brazo. Iré a otro cuarto en busca de lo necesario, no tardo.-, avisó, pero antes de llegar a la puerta recordó aquel poder mágico que poseía y se preguntó si podría usarlo a su disposición, sin ayuda del fantasma.
Oír su nombre de aquella forma le hizo saber que era el dueño de ese cuerpo quien hablaba, pero aún así él continuaba atado a merced de ese hombre, y no sabía que era mejor o peor, porque verlo encantado con su imagen parecía que por igual podía ser atrapado por este para sus fantasías lujuriosas, soltó un "idiota" en su lengua madre para que dejara de verlo.
Soltó un suave gemido que se formó por la atención de sus pezones, su cuerpo había estado siendo sometidos a pequeños destellos de estimulación, así que aunque no quisiera reaccionaba.
Se removió de nuevo para que dejara de tratarlo así. -No es tan grave.-, declaró viéndose su herida, aunque si le parecía molesto, se frotó sus muñecas con suavidad pero ardía donde la piel se rasgo sutilmente.
Una mueca de dolor apareció en sus ojos, su lengüita se asomó entre sus labios para lamer primero la herida de aquel corte apartando la sangre y así tener mayor visión del corte, aunque no ayudaba el fluir de la sangre, siguió entonces en tono rosado por la leve mezcla con la saliva antes de ser de nuevo visiblemente roja.
Al volver hacia ella la contempló, sintiéndose una vez más encantado por la sensualidad de la doncella, quien se lamió provocándole el deseo de acariciar aquella herida con su propia lengua. –Creo tener lo necesario para curarte…-, le dijo y se sentó sobre el lecho junto a ella. Desplazó su lengua sobre el corte, concentrando su magia en aquel punto, cumpliendo así el deseo de tocarla, saborearla y curarla a la vez. El poder que invadía su ser emergió para su uso de una manera instintiva, natural. Su saliva limpiaba la herida mientras su magia cicatrizaba dejando tras el contacto la piel sin marca alguna.
–Ya que te encuentras curada, exigiré tus servicios…-, dijo teniendo la necesidad de tratar su erección. Inspirado por las ropas de ambos pertenecientes a personajes de un video juego erótico, consideró aplicar el clásico mecanismo de otorgarle tres posibilidades para determinar el avance. -Te daré tres opciones… 1. Tratarás mi erección usando tu boca; 2. Te tocarás a ti misma, dejándome verte mientras me masturbo… y mientras lo hagas deberás repetir “Masamune-sama”; estaba por dar como tercera posibilidad el coito, pero sabiendo que eso sería pretender demasiado la modificó al imaginar cual sería el más esperable reaccionar de su prometida, aunque sonara demasiado brusco consideró que sería la única forma de retenerla tras aquel atrevido pedido, 3. Huir… si lo intentas terminarás amarrada a la cama nuevamente y te violaré…-
Alzó la vista apartándola de su herida al escucharlo, y no supo de que hablaba hasta verlo cerca, sintió la calidez de esa lengua pasar sobre su herida apartado el carmesí tal como él lo había hecho, dejando un cosquilleo sobre la zona, viendo que iba sanando hasta ya no quedar nada, no le gustaba la magia pero no mencionó nada por esa vez.
-¿Servicio?-, cuestionó confundido antes de oír aquellas tres órdenes, la ultima le estremeció por el hecho que vivió, tomando lo primero que vio aventándoselo a la cara, aunque seguro no le haría mucho daño pues se trataba de una almohada. -¡Bestia! ¡Idiota! ¡Psicópata!- Empezó a insultarlo de todas las maneras conocidas en su idioma madre, buscando con que mas golpearlo, era una… Bestia, un maldito sucio, deseaba patearlo, pero mover su pie contra el otro era un peligro seguro. Guardó silencio cuando se calmó, mordiéndose el labio, no deseaba ninguna de las opciones.
-….La….S-Segunda….-, buscó decirlo lo más suave posible sin verlo, era la que sonaba mas “decente”, aunque seguía siendo demasiado para él.
Recibió un almohadazo, siguiéndole un ataque de insultos de parte de su enfadada doncella. Escuchar la voz de su amada siempre deleitaba a sus oídos, pero cuando se expresaba en ruso lo encantaba especialmente, ese lenguaje siendo transmitido por esa persona en particular le resultaba nostálgico y demasiado hermoso. No le molestaba ser insultado, era consciente de que aquellas palabras eran sinceras, él era todo eso. Y aunque era merecedor de aquella descripción, no se rendiría hasta escuchar palabras de amor.
Finalmente ella escogió como avanzaría la situación, la mirada penetrante que había acompañado cada insulto se perdió desviándose por la vergüenza, y la potente voz que se había dejado escuchar se convirtió en una vocecita tímida, se la notaba tan apenada sin siquiera comenzar el acto, esa actitud le indicaba que sería un espectáculo demasiado adorable y estimulante.
Se quitó los zapatos, el cinturón y la corbata. Se movió pasando a sentarse a los pies de la cama, mirando hacia el respaldo, lugar para que su prometida se acomodara apoyándose sobre las almohadas. –Ponte frente a mí para que pueda verte bien… Flexiona tus rodillas y abre las piernas, que la falda no me impida ver como luces la lencería… Usa una mano para frotar esa zona y la otra para frotar tus pechos, y ya sabes que debes decir mientras lo haces…-, le indicó.
Estaba rancio a hacer ese acto tan vergonzoso además de vulgar, pero allí estaba ese hombre dándole órdenes. Se mordió el labio casi haciéndose sangrar antes de seguir las indicaciones, subiendo hasta la cabecera de la cama para poder ponerse en la posición que el otro guió. Apenas se había acomodado un poco se detuvo con sus mejillas rojizas.
-N...-, Estaba a punto de decir algo pero lo suprimió, era tonto decirlo cuando precisamente de eso se trataba el asunto, flexionó sus rodillas, y la falda se deslizó apenas y tuvo que tocarse para dejar una mejor vista, en un segundo a sentir esa mirada sus rodillas se juntaron.
Tardó para abrir de nuevo las piernas, y haciéndolo de mala gana cerró los ojos, no deseaba ver que lo estaba observando, ya suficiente pena era sentir esa lujuria arrastrarlo con él. Su mano pasó entre sus piernas, y rozó apenas un toque sobre la ropa interior sintiendo el roce en su sexo en un leve cosquilleo, mordía el interior del labio volviendo al continuar el contacto con la yema de sus dedos.
Su mano libre pasó a pasar por donde se dejó el corte, y rozó uno de sus pezones, pellizcándolo suave, iniciando un juego con ello, eso era tan… No tenía una buena palabra para describirlo. Lentamente la sensación de calor iba llenando su cuerpo, tomando mayor participación el roce sobre su sexo al hundirse un tanto sus dedos para sentirlos más.
Fijó su vista en la bella doncella, apreciándola en cada movimiento que cumplía con sus órdenes exponiéndose a sus lujuriosos deseos. Cuando abrió las piernas para él, permitiéndole ver como lucía la parte intima la lencería oscura de tela translucida, sintió el intenso deseo de atacarla. -Si no puedes hacerlo sola, puedo ayudarte.-, le dijo para impulsarla a retomar la posición anterior cuando se cerró de pronto en una reacción de pudor.
Su amada no tardó en proseguir en el acto, como anticipó aquellos preciosos ojos se cerraron prefiriendo ignorarlo como reflejo de timidez. Los dedos entrando en contacto con las zonas erógenas, los dedos que delineaban la zona vaginal de forma exquisita, lo hacían volver loco, tuvo que juntar fuerzas para mantener autocontrol, no debía exigir más de lo acordado. Tendría mucho tiempo para participar sobre aquel cuerpo, en ese momento debía limitarse a mirar sin tocar. Quería entrar en contacto físico con su adorada, pero a la vez consideraba que sería una lástima interrumpir ese acto maravilloso, la visión que le ofrecía era estupenda, le encantaba verla tocarse a sí misma de aquella forma.
Como ella lo estimulaba con esa imagen erótica, él también quería ser visto. A su adorada le gustaban los tatuajes, así que se quitó la camisa buscando agradarla, dejando brazos y torso tatuados al descubierto, buscando resultarle una obra de arte viviente que merecía espectador. –Me gustaría que me veas, ¿acaso no te resulto atractivo?, tatué mi cuerpo especialmente para ti.- Desabrochó su pantalón, liberando su miembro, y comenzó a masturbarse acompañando a su prometida en el acto.
-M-Masamune-sama...- Su voz fue suave apenas en un jadeo entremezclado, sus labios temblaban por la sensación que socorría por todo su cuerpo como una vibrante oleada de calor, ese sentir que empezaba a consumir lentamente mucho más terreno, suspiró cuando sintió una sensibilidad mayor al ir sintiendo la húmeda en su zona intima.
Detuvo sus caricias sobre sus pezones dejando su mano reposar en la cama al sentir un destello eléctrico sobre su vertebral, una sensación que le hizo arquear su cuerpo, ese olear había sido agradable, dejando sus mejillas mucho más coloradas de lo que ya se encontraban, el carmesí pincelaba mucho más de aquella clara piel combinándola de forma preciosa.
Miró la figura enfrente suyo cuando entreabrió los ojos, y pudo acariciar aquellos tatuajes, delineando hasta donde iniciaba el pantalón, distinguiendo el paso de aquella mano que libero el miembro viril. Desvió la mirada avergonzado como una inocente señorita, pero no tardó en verse de nuevo atraído por la tinta oscura que acariciaba aquella piel.
Su mano libre fue hacia sus labios, y acarició dos de sus dedos su lengua jugo. El juego lucia lentamente a deslizarse su húmeda lengua por esos dedos suprimiendo el deseo de lamer esos tatuajes que le gustaban, el arte vivo en la piel, el delinear perfecto en un ser vivo era encantador.
Unos de sus dedos hicieron deslizar un poco esa prenda interior que daba velo a su intimida, y deslizando por debajo de ella acarició directamente su zona erógena, necesitando más de esos contactos por la sensación caliente consumiéndose en su vientre.
Percibió con regocijo como la inocencia de la doncella se esfumaba consumiéndose por la lujuria. Logró captar la atención de la mirada de su prometida, sintiéndose deseado por aquella que se mostraba tan excitada y que pasaba a proceder más que por sus órdenes por sentir la necesidad de liberar una intensa pasión.
Mantenerse como espectador ante esa provocativa imagen terminó resultándole demasiado frustrante. Tenía a su adorada tan cerca, quería cubrirla con sus besos y sus caricias, llenarla con su esencia, quería sentir aquella lengua juguetona sobre su propia piel, ser acariciado por aquellas manos. Era una tortura, planteada por el mismo como obra de masoquismo, como si estando por morir de sed ordenara una bebida sin intención de tomarla, solamente para verla.
Masajeaba con los dedos su miembro viril hinchado, comenzando a liberarse el líquido preseminal. Se movió hacia adelante reduciendo la distancia entre ambos, pero sin llegar a tocarla. Aquella mirada lo absorbía, sintiéndose protagonista de un deseo que su amada prefería retener en mente como una fantasía. –No debemos limitarnos a una sola opción si deseas hacer algo más. ¿Qué pensamientos pasan en este momento por tu cabecita y no te atreves a hacer realidad?
Las sensibles caricias de sus dedos por su intimidad era causante de un tensa, alzando la cadera de momento cuando la sensación corría hasta la punta de sus pies, tensándose de esa manera que titubeaba las caricias exigidas por su cuerpo, acariciaba su clítoris siendo el punto más vibrante de su sentir, dejando un leve mover de sus piernas al quererse juntar pero a la vez no.
Apenas escuchó esa voz como un murmullo lejano, relamió sus labios, ¿Realmente que deseaba?... ¿Que estaba pensando?, no quería ser consciente de lo que realmente deseaba, deseaba dejar todas esas sensaciones morir en su cuerpo, en ese calor que corría libremente por cada centímetro de su piel, y que le hacía jadear de aquella manera.
Esas palpitaciones en su interior le hacía saber lo bien que se sentía pero también provocándole deseo por más. Dejó de atenderse, juntando sus piernas rozó sus muslos entre sí, pero, cambió la posición quedando en cuatro, gateó hacia el mayor, aunque no fue gran distancia porque este ya se había acercado a él.
Chupó los labios ajenos, y descendió hasta el primer trazo delineándolo con su húmeda lengua, siguiendo esa línea hasta llegar a una zona más peligrosa. Relamió sus labios antes de tocar el dorso de la mano de aquel hombre que se atendía a sí mismo, y pasó entre los dedos su lengua percibiendo el sabor de ese miembro viril.
La cadera de su prometida se alzó frente a él como una provocativa invitación a dominar aquella intimidad, la transparencia de la prenda le permitía divisar el movimiento de los dedos autocomplaciendose, adentrándose en la zona que deseaba penetrar. Desvió la vista por un momento intentando controlarse, la estaba violando con la mirada, con la mente, de seguir intensificándose el deseo terminaría atacándola. Al volverse a enfocar sobre quien le encantaba se sorprendió al tenerla más cerca, la distancia se volvió nula porque ella así lo quiso, estaba respondiendo demasiado bien, conseguir ese efecto tan pronto era alentador. Sus labios secos tomaron brillo tras ser capturados por aquella jugosa boca. La lengua ajena pasó a dejarse sentir en un recorrido que redibujaba con suaves pinceladas húmedas parte del grabado que decoraba su piel, provocándole un agradable cosquilleo. Los dedos de su mano libre comenzaron a jugar entre los cabellos plateados, al sentirlos completamente secos se preguntó cuánto tiempo había pasado desde que la encontró hurgando en la biblioteca. Audaz la albina descendió, ante tal accionar evidente era la intención, soltó su miembro dejándolo al buen trato de la preciosa doncella, debía luego encontrar la forma de compensar tan excelente servicio. El trasero de esta en alto formando una exquisita curva le hizo considerar adoptar la posición sesenta y nueve para él también atenderla en el acto de sexo oral, pero temía plantear esa idea por el riesgo de inhibirla haciéndola retroceder, debía ser cuidadoso si no quería arruinar lo conseguido, la dejaría redescubrir su cuerpo para ganar más confianza antes de volver a tomar la zona que en el pasado había desflorado.
Deleitó el sabor, la sensación caliente de su lengua al toque con aquella excitación, el roce lento que iba envolviendo en la longitud, dejando besos húmedos rebosando en esa glotonería que el placer provocaba perder cualquier consciencia que pudiera llevarlo a una calma pura, el sentir vergüenza por tan acto nada puritano.
Rodeó la punta de la hombría con sus labios, capturando esa parte de forma firme, acariciando con la punta de su lengua, tocando lentamente esa zona donde el desprendimiento del sabor era más presente. Abrió paso lentamente hacia el interior de su boca permitiéndola invadir mucho más, su lengua intranquila deslizaba en aleteos contra el intruso, dejando el vaivén nuevo de su glotonería ante el movimiento lento de su cabeza.
Una de sus manos volvió a dar atención a su zona intima al pasar por debajo de su cuerpo, en un apoyo de seducirse más en el calor, no sólo por el saborear de aquel falo caliente sino también por el cosquilleo intimo que causaba sus dedos por la húmedad de su sexo.
Su miembro fue capturado sintiéndose derretir en aquel agradable contacto que elevaba su temperatura corporal haciéndolo arder de placer. Era absorbido siendo saboreado, sintiéndose a gusto rodeado por las suaves y húmedas paredes de aquella boca atrevida que lo sujetaba y la lengua que lo acariciaba desesperadamente buscando consumir su jugo. El estimulante juego logró hacerlo descargar corriéndose dentro de ella. La sujetó del mentón para hacer contacto visual, viendo entonces aquel hermoso rostro de la glotona manchado de semen. Guiando con su mano atrajo la cara de ella hacia la suya y lamió la mejilla secando su propia esencia. La otra mano interrumpió la masturbada de la doncella, sujetándola por la muñeca para llevarse a la boca los dedos protagonistas de tal acto, los lamió probando el delicioso néctar que los condimentaba. Aquella degustación fue interrumpida por unos golpecitos en la puerta acompañados por una tierna voz llamándolos, recordó entonces que no había cerrado con llave, debía ser más cuidadoso, a la pequeña podía ocurrírsele entrar de golpe y encontrarse con una escena no apta para menores. –Tu hija también necesita pasar algo de tiempo contigo. Supongo que no querrás que te vea vestida así… Prepara un baño para ambos, le diré que pronto estaremos con ella…- Acomodó sus pantalones y bajó de la cama cubriéndose con la camisa que dejó a medio abotonar para atender a la niña.
Aquella esencia llenó su boca, tragando ese sabor conforme la sensación de su propio clímax llenó su cuerpo, haciéndolo jadear provocando que hilillos de semen mancharan más su rostro antes de sentir la lengua de Masa, sin perder aún aquella postura de placer en la que se sometió, sintiéndose sin fuerza en ese momento aún nublada su mente.
Jadeó cuando sus dedos fueron capturados, el estremecimiento se reflejó por la sensibilidad aún latente en todo su cuerpo. Reaccionó por fin cuando escuchó lo que le decía, ni siquiera había escuchado la puerta sonar, su rostro se fundió en carmesí hasta la naciente de su cabello, pasando a bajar rápido de aquella cama casi tropezando para caer, pero logró estar estable perdiéndose en el baño, azotando la puerta para cerrar con seguro.
Se dejó resbalar tras la puerta, no podía creer lo que había hecho, él, él... Se acarició los labios donde había tenido ese miembro caliente y palpitante saboreándolo de una manera, jadeó... Eso estaba mal, decidió tomar un baño, debía limpiarse y terminar de enfríar su cuerpo.
La vio moverse con desesperación en la corrida, como si huyera de una escena del crimen, y al escuchar el portazo supo que otra vez debería darle algo de tiempo a solas, al parecer ese cuarto de baño se había vuelto el refugio de su prometida.
Atendió a la pequeña que los llamaba, pensó que el visitante se habría marchado, pero este aún permanecía junto a ella. El níveo vestido de la damita se había ensuciado bastante por el juego en el jardín, le dijo que se cambiara de ropa y se reunirían con Engel a la hora de la cena. Ofreció al muchacho compartir la mesa esa noche, pero este quería regresar con la familia. Le preguntó si quería que lo llevara en su auto a casa, pero este dijo que tomaría un taxi, así que agradeciendo que pasara el día con su hija, se despidió de él, pidiéndole que visitara a Masako siempre que pudiera.
Cuando el joven abandonó el lugar y dejó a la pequeña con las dos gemelas encargadas de cuidarla para el aseo, volvió a su dormitorio en busca de un cambio de ropa, y dejó sobre la cama varios paquetes con prendas que había comprado para Engel, para que combinara a gusto. Luego se metió en el baño de la planta baja, donde relajado tomó una ducha, las gotas de agua fresca bañando su piel lo enfriaban después de la acalorada situación de la cual había gozado, meditó sobre el hecho de que hace mucho tiempo no sentía tanta felicidad, e ideó un plan de salida para el día siguiente. Preguntándose como retribuir a su preciosa doncella, y recordando un dato aportado por el abuelo de esta, consideró que visitar el autódromo la complacería.
El baño le ayudó bastante, el correr de la agua sobre su piel fue relajador, enfriaba su mente y sentidos borrando aquellos rastros de deseo que quedaron en su cuerpo, terminó por limpiarse antes de sentirse perfectamente bien. Saliendo tras un largo rato donde no escuchó sonido alguno del exterior de aquel cuarto de aseo, abrió la puerta lentamente viendo que efectivamente no había nadie, miró la ropa que le dejó.
Suspiró, y terminó de secarse antes de vestirse para luego sentarse en la orilla de la cama meditando un poco más en cómo estaba perdiendo ante ese hombre, aunque culpaba a ese ser que siempre le hacía olvidar que también parecía tener algo de influencia allí.
Soltó otro suspiro antes de decidir ocultarse tras las mantas, envolviéndose en ellas, no pensaba salir de allí, aunque tras un rato empezó a sentirse con sueño cediendo a este hasta dormir con algo de calma.
Después de la ducha, permaneció en la sala conversando con su hija, Masako se sentó sobre su regazo y emocionada le contó cuanto se había entretenido con “el señor ardilla” ese día. Cuando esta le preguntó sobre si él y Engel se habían divertido también, sonrió ante la inocente pregunta y asintió, afirmándole que habían disfrutado de su juego favorito. También le comentó que estaban pensando transmitir a la diosa Astarté el deseo de concederle un hermanito o hermanita para que tuviera una compañía más, idea que fue de gran agrado para la pequeña.
Tiempo atrás, cuando la niña le preguntó sobre el origen de los bebes, como aún no estaba en edad para explicarle los detalles, le dijo que estos aparecían en el mundo cuando los padres pedían el deseo a esa diosa griega. La elección de aquella figura mitológica para su historia se debió al hecho de ser esta la deidad del amor y la fertilidad. Al convocar en su mente aquella historia, la otra conciencia consideró esta muy coincidente al pensar en el hecho de que aquella diosa con el tiempo se convirtió en una sanguinaria guerrera y se la solía retratar como domadora de un león.
Una de las sirvientas interrumpió la charla avisándoles que la cena pronto sería servida. Se dirigió entonces al dormitorio en busca de Engel, abrió la puerta y la encontró dormida. –Despierta, bella durmiente. Pronto estará lista la cena, pedí al cocinero que preparara tu comida favorita.-, le dijo esperando respuesta.
Dentro del sueño su mente se pudo olvidar de todo lo que pasó sintiéndose relajado realmente dentro de ese mundo de ilusiones, pero no tardó en ser interrumpido, era como si apenas hubiera parpadeado. Abrió los ojos por la insistente molestia viendo a ese hombre, sus mejillas se sonrosaron antes de girarse sobre su capullo ocultándose más y dándole la espalda a tal intruso.
En realidad no deseaba ver a ese hombre por lo que restaba de su vida, le hacía hacer cosas que no pensaba, y... No sabía cómo sentirse, lo odiaba, le temía, pero... A la vez era como algo más, así que no podía ni comprenderse así mismo, le causaba tanta confusión que no deseaba al menos por ese instante estar con él, así que mejor estar escondido allí todo enrollado.
-No tengo hambre.-, contestó apenas con voz pero sabía que lo escucharía, o al menos eso esperaba porque no pensaba salir de su escudo.
No quería interrumpir el sueño de su adorada, pero demasiadas horas habían pasado desde la última vez que probó bocado, tenía que comer algo. El movimiento del abrir de los hermosos ojos aguamarina se acompañó con un cambio en la pálida tez de las mejillas al sonrojarse, aquel precioso rostro no tardó en desaparecer tras las mantas y en un movimiento veloz el cuerpo de ella giró pasando a darle la espalda. Con una vocecita apagada, su prometida rechazó la propuesta de compartir la velada.
–Una reacción adorable… pero no tienes por qué apenarte por lo que pasó hoy, es lo que las parejas hacen, y en el momento noté que lo disfrutaste. Además, hace tiempo tuvimos nuestra primera vez, mi cuerpo no debería resultarte extraño…-, dijo intentando calmar aquella timidez. Se dirigió al escritorio, donde sacó de uno de los cajones un pequeño cofre, en este conservaba las orejitas felinas y de panda que cayeron de sus cabezas al perder la virginidad años atrás. –Quiero entregarte mis apéndices, te pertenecen. Tú fuiste mi primera, y serás la única, no quiero a nadie más. ¿Podrías dejar de ocultarte de mí y aceptarlos?...
Deseaba darle una patada por el comentario que decía, no era como si recordara mucho de cuando perdió las orejas por obvias razones, así que estaba claro que no era como si tuviera experiencia, era prácticamente todo nuevo, y a la vez no, era completamente confuso, tanto que lo tenía allí atormentado sin poder decir nada, no, era más bien que no deseaba entablar contacto en ese instante.
Lo escuchó, y es que no esperaba eso, realmente en ningún instante llegó a pesar sobre esos apéndices, cuando su mente borró todo era como si nada había pasado, el seguía portando sus orejas de panda, aunque no eran las reales eran tan similares que nadie llegaba a pensar que era falsas, era iniciar una nueva vida desde cero, ese fue un gran error porque al parecer el pasado continuaba siguiéndolo.
Se mordió el interior de labio sin saber sin voltearse o sólo ignorarlo, deseaba ver aquellos apéndices felinos pues en el pasado le encantaban, en realidad siempre le gusto acariciarlos, pero ahora no sabía que sentir o que pasaría por su mente al verlos, así que sólo fue un largo silencio.
No recibió respuesta. -… Los dejaré a la vista, puedes conservarlos si aún sientes algo de amor por mí, o deshacerte de ellos si solamente son un mal recuerdo… pero no los aceptaré de regreso.-, expresó dejando los oscuros apéndices felinos que tiempo atrás decoraron su cabeza sobre una almohada. -Dormiré en otro dormitorio esta noche. Si se abre tu apetito, no importa la hora que sea, no dudes en visitar la cocina, siéntete como en casa.- dijo y abandonó la alcoba.
Después de la cena Masako preguntó si podían dormir los tres juntos, la pequeña se sentía insegura por tener que pasar la noche sin la compañía del señor ardilla y deseaba estar junto a Engel, más después de la ausencia durante la velada. –Mamá está molesta conmigo porque… mmm… hice trampa en el juego de hoy, por eso estoy castigado sin poder volver a verla hasta mañana… La llevaré de paseo para que me perdone, no te preocupes.-, le pintó la realidad de una manera sutil, esperando que dejara de insistir. La cargó en brazos y la llevó al dormitorio ajeno, se metió en la cama con ella y le contó una historia breve antes de dormir.
-...-, Se mordió el labio cuando casi hablaba, no permitió soltar ningún sonido, sólo se aferró a su silencio, era... No podía definir realmente los sentimientos que podían explotar, estaba ya demasiado perdido como para confundirse mucho más con sólo ver esos apéndices, odió al mayor por hacerle recordar buenos momentos, esos lejanos días donde disfrutaba de su compañía.
Volteó cuando escuchó la puerta cerrarse, y se fue deshaciendo de las mantas para moverse. Miró aquellos apéndices, aunque no quisiera terminó tomándolos entre sus dedos, acarició suavemente el pelaje aunque ahora pareciera de peluche era tan suave como cuando estaban sobre esa cabeza... Dentro de su mente cruzó un recuerdo que realmente odió por el hecho de que le hizo brotar lágrimas de sus ojos.
En un rato terminó dormido con aquellos apéndices en manos, sólo quedándose las huellas de aquel llanto que le llevó a dormirse sin problema alguno. La noche pasó tan sumergida en el pasado que ni en ningún momento pensó en la comida.
:O!!! La otra mitad xD Siempre que Releo me doy cuenta que cambia mucho xD
>.> eso es maloso
Es que Masa saca el lado moe de Engel (♥ )*.*
No es maloso, ¡es lindo! XD
Es muy malo TOT donde quedo mi niño indiferente al mundo magico xD Que le dice a todos locos...