~Mirotic~
You want me, you've fallen for me, you're crazy for me
You can't escape me, you're my slave
My sharp gaze is piercing through your brain
No one moves your chrome heart but me
I'm like a magician, controlling you in your dreams
Under my spell, you're craving again. I've got you
Estado: Enamorada
Música que escucho: Dancing in the Velvet Moon (Nana Mizuki)
Download: Nada...
Luego de abandorar el parque, Masamune encontró a su prometida con otro hombre. Engel entonces estaba poseida por el espíritu de Kyrus, y Lenka por Kysley, provocando con aquella escena que Ranjiv tomara nuevamente el control del cuerpo de Masamune. Pueden leer el capítulo en el foro, se titula "Una orden, es lo que es". A continuación les dejo la primera parte del episodio que le sigue, "Adicto a ti".
Regresó a casa tras terminar de cumplir sus tareas en el parque de atracciones y comprar lo que Engel le había encargado. Subió a su habitación en el segundo piso para poder dormir un poco, necesitaba descansar. Al ingresar a su dormitorio se sintió aliviado al encontrar allí a su prometida. Había temido que desapareciera en su ausencia, pero no, allí estaba ella durmiendo plácidamente. Contempló cautivado la belleza que entonces decoraba su cama, vestida con una fina camisa blanca de lino a medio abotonar cuyo largo apenas llegaba a cubrir los ajustados pantaloncillos que llevaba como ropa interior. Aquella sensual imagen le provocaba gran tentación, se veía tan descuidadamente entregada a sus más profundos deseos, ¿se había dejado en un acto de inocencia o estaba provocándolo apropósito? Disfrutó un momento de la bonita vista, pero finalmente tomó autocontrol decidiendo no interrumpirle el sueño.
Tomó del armario una cómoda yukata para dormir, cambió sus ropas por esta, y agotado se recostó junto a su amada. Tenerla a su lado le daba tranquilidad, así no se atormentaba pensando que compartía cama con alguien más.
Recordó el incidente de antes, el dialogo de aquellos fantasmas. Realmente él no era muy diferente al espíritu que lo poseía. Allí estaba reteniendo a su amada, en contra voluntad, solamente como resultado de un juego. Estaba imponiéndole su amor egoístamente, exigiéndole que el sentimiento fuera mutuo. Se consideraba despreciable, y aún siendo consciente de eso no podía aceptar resignarse a perderla.
Llegando a esa casa sólo hizo su voluntad aunque fue más aquel que dominaba su cuerpo, le dejó una larga lista a la persona que lo capturaba hasta el momento que decidió dormir quitándose todo sin mayor pudor, cuando estaba por la ultima prenda fue su propia consciencia que salió a flote a dejársela limitando a ese ser del pasado con su imagen.
Subió a esa cama ajena, no le importó mucho pues sólo se sentía muy agotado, así que tras colarse en las mantas se durmió. Descansaba con tanta tranquilidad que no se dio cuenta cuando el otro se fue, mucho menos cuando volvió. El movimiento de su descanso provocó que aquella camisa que también hacia de bata se fuera abriendo para lucir su piel. Apenas abrió los ojos al sentir el movimiento de la cama, distinguiendo la figura de alguien muy borrosamente, sonrió antes de abrazarlo.
Una de sus piernas pasó sobre la cadera ajena, y eso acercó tanto sus cuerpos, su brazo también se había colado sobre el otro, dejando su rostro medio oculto en aquel pecho, eso le hizo dormir de mejor forma limitando sus movimientos al otro cuerpo.
Inesperadamente se vio atrapado por el cuerpo que tanto deseaba, sintiéndose derretir por el calor que lo envolvía. Llevaba la yukata suelta, dejando su pecho al descubierto, permitiéndole sentir el cosquilleo del respirar de Engel. Pasó su pierna sobre la ajena que se mantenía usando la cama de apoyo, para enredarse aún más al cuerpo adorado. Deslizó su mano acariciando la pierna que envolvía su cintura, y terminó deseando recorrer aún más. Introdujo su mano traviesa debajo de la camisa, delineando suavemente aquella exquisita figura. Tras el desliz dejó su brazo acomodado sobre la cintura de Engel. Tenerla cerca le daba la tranquilidad de dormir sin tener que preocuparse porque estuviera con alguien más, pero a la vez el fuerte deseo de aprovecharse de aquel cuerpo que se mostraba tan vulnerable a ser atacado le quitaba el sueño. Una vez más buscó mantener el control, por el momento no debía exigir más que eso, y es que debía estar agradecido ya que al fin esa persona tan especial ocupaba el vacio en aquella cama matrimonial. Le costó conciliar el sueño teniendo allí a Engel a su completa merced, pero una hora después fue vencido por el cansancio.
El calor que se fundió en su cuerpo como un abrigo de piel le hizo dormir más placenteramente, al contrario de cuando dormía solo que se movía constantemente, no sabía el porqué, pero, siempre sucedía cuando dormía con alguien, y en ese momento era mucho mayor el abrigo por lo cual se permitió ceder a la protección de aquel que lo apreciaba.
Cediendo lentamente en el despertar se fue notando sus ojos mover hacia el parpadear, notando ese pecho amplio donde descansaba como si fuera su hogar. Lo primero en sentir fue sorpresa, pues no recordaba dormir con alguien, él estaba con Lenka tras volver a su casa para buscar lo que necesitaba y luego... Luego... No recordaba qué sucedió.
Movió con calma, y se vio apresado por un brazo. Deslizando la mirada más arriba notó quien era, jadeó, era... Bueno, no podía saberse asustado o cómodo, es que estuvo demasiado bien, pero... Era esa piel, esa tinta que... Mordió sus labios, ahora que veía un poco más de lo que ocultaban esas prendas tras la accesibilidad de la yukata le causaba tanto... Su mano se movió casi deseando abrir más de aquella prenda y distinguir entre la piel.
Se recriminó mentalmente al verse como un pervertido casi jadeando por la excitación de esa piel entintada en esos trazos que daba un seguimiento tan complejo que deseaba, saborearlo... No, era estudiarlo a fondo... Pero sentirlo.
La pesadilla de las anteriores noches había dejado de atormentarlo. Ya no soñaba con que aquel hombre le arrebataba a su prometida para siempre. Tenerla cerca le daba seguridad y su sueño se volvió placentero.
Sobré él estaba Engel. Su miembro viril era presa de esa trampa sensual, ella sacudía la cadera para su deleite, jadeante y rebosante de energía, con un semblante encantadoramente sonrojado. Ni en sueños la abandonaba, y es que esa persona era centro de sus pensamientos día y noche.
La fantasía provocó que un jadeo acompañado del nombre de su prometida fuera transmitido por sus labios, traspasando la barrera del sueño, formulando un pedido para quien se encontraba a su lado. Su cuerpo y mente exigían el contacto del que había sido privado durante largo tiempo.
Buscó apartarse de él por lo cual lentamente fue alejándose de aquel cuerpo ajeno que había capturado el suyo, moviéndose con suavidad para no despertarlo, aunque los movimientos de su liberación provocaban roces entre sus pieles los cuales eran inevitables, causándole un estremecimiento porque era fácil descubrir más piel del mayor por aquella prenda que usaba. Le causaba cosquilleo en su vientre saber que podía ver mucho más por debajo de esa delgada prenda que no cubría mucho más de lo que en inicio hacía.
Volvió a morder sus labios aún cuando ya estaba a una pequeña distancia de él, lo veía, y seguía siendo tentador, muy, muy tentador... No pasaría nada si tocaba un poquito, se encontraba dormido.
Sólo un poco, Se repitió una y otra vez. Se acercó una vez más al cuerpo del mayor, e iba a mover su mano para rozar con la yema de sus dedos uno de aquellos trazos lineales del pecho, pero, en un segundo su instinto reaccionó siendo su lengua la que delineó el punto de unión de cuatro trazos.
Reaccionó cuando escuchó el jadeo del mayor, y al parecer no era por lo que hizo, lo entendió perfectamente por aquellas palabras que corrieron junto a su nombre. Lo empujó fuera de la cama tirándolo. -¡Idiota!, ¡Pervertido!-, gritó en su lengua madre bajando de la cama yéndose para esconderse en el baño, aunque en realidad sin saber a quién le gritaba eso, si al otro o así mismo por sentirse húmedo sólo por el percibir de aquella tinta junto al aroma de un hombre.
No era una doncella virginal, no debía de tener esas reacciones, pero, allí estaba tras de la puerta de aquel lugar recriminándose por actuar como una mujer inocente, sólo debía de olvidar aquellos tatuajes que le desconcertaban.
El golpe contra el suelo lo hizo volver a la realidad. Por mucho tiempo el despertar después de un perfecto sueño como aquel resultaba desilusionante, pero esta vez era diferente, pues la realidad se asemejaba a una hermosa fantasía. Escuchó que era insultado en ruso por la más encantadora voz, y se levantó del piso tras escuchar el fuerte ruido del cerrar de la puerta del baño contiguo.
Golpeó la puerta. –Vuelve a la cama conmigo.-, expresó pero no recibió respuesta. Pensó que su prometida podría pasar horas escondida allí, y no quería desperdiciar el tiempo con ella que había ganado. –Abre, es una orden.-, aclaró aferrándose al derecho sobre su adorada que obtuvo en el juego.
Cuando la puerta fue abierta, entró e impulsivamente cargó a Engel para meterla en la tina. –Tomaremos un baño juntos.-, dijo estando ella ya adentro, abriendo el grifo mojándola con el agua de la ducha. La lluvia la empapó dándole a su figura mayor sensualidad. La fina camisa que la cubría se humedeció pegándose a la piel, apreciándose por la transparencia de la prenda mojada el rosado de sus pezones. Él sin quitarse la yukata se metió con su amada a la tina, acorralándola para no permitirle escapar. Lamió la marca que él mismo le había dejado en el cuello, y con sus dedos comenzó a hacer fricción sobre la zona donde los delicados pétalos de cerezo se distinguían.
-Concéntrate, sólo es otro cuerpo más.-, se dijo así mismo muy suave para no ser escuchado más allá de su oído, pero, en realidad no entendía que pasaba, veía tantos hombres y mujeres desnudos, los dibujaba, los tocaba, así que no debía de reaccionar tanto por ver otro cuerpo más, pero, era diferente, podían ser los tatuajes aunque... No era eso en realidad, llegó a ver algunos otros en lugares más… No importa, el caso era que él mismo sabía que era la culpa en realidad con su reacción.
Suspiró, quedando sentando por un rato tras de la puerta, cerró sus ojos, debía de olvidar esa primera vez cuando el mayor se hizo el primer tatuaje, ese día no tardó en mostrárselo, ella terminó por tocarlo pues le parecía llamativo, era… Se levantó, debía olvidar cualquier cosa de esa infancia.
Lo ignoraba, no pensaba volver a esa cama así tuviera que quedarse allí todo una semana. Se acercó al espejo, viéndose, pero antes de notar lo que el otro hizo tuvo que volver para abrir la puerta por esa absurda orden.
-No pien...- No terminó su frase pues se vio sorpresivamente atrapado siendo cargado hasta aquella tina. -¿Qué?... No quiero...-, Se resistió a estar allí sintiendo el golpe del agua, cerrando los ojos por el suceso tan sorpresivo e inevitablemente que le irritaba los ojos al ser de pronto, sólo sintiendo como las dos únicas prendas de su cuerpo se pegaban gustosamente a su piel lamiéndola para quedarse allí remarcando su silueta.
Era eso demasiado molesto, su piel ante el constante de temperatura se hacía sensible, pero, el roce de la prenda era… Demasiado malo para sí con esa mano de pulpo tocándole. Gimió suave por aquella provocación, lo pateó o eso buscaba hacer, pegando por el vientre. -Deja...pervertido... No planeo tomar un baño con ropa...-, emitió molesto, aunque luego se reprendió porque eso daba más ventaja al otro.
-No dije eso... No quiero bañarme contigo...ahmm... puedo solo...-, Dejó de patéarlo cuando sus piernas se medio juntaron, rozándose sus muslos contra sí mismo, pues una sensación de cosquilleo nació donde no debía.
Escuchó complacido ese intento de rechazo que sonaba más a una invitación. El cuerpo de su adorada reaccionaba muy bien, volviéndose para él aún más irresistible. Siguió provocando en esa zona erógena, percibiendo como su sensible amada se volvía cada vez más vulnerable ante el ataque. El forcejeo se debilitaba, y la encantadora voz se quebraba de placer. Le pareció demasiado adorable que intentara ocultar el deseo con negativas verbales.
Sus manos se apartaron del pecho ajeno, pasando estas a buscar soltar la yukata propia. Aflojó la única prenda que cubría su cuerpo, dejando que la parte superior de esta se deslizara por sus hombros y brazos hasta dejar su torso al descubierto. Una vez liberado en parte de aquella tela que lo cubría, sus manos volvieron a buscar el cuerpo amado para dejarlo al descubierto. Comenzó a desabotonarle la camisa, impaciente por redescubrir aquel paraiso del que había sido privado por mucho tiempo.
-Masa…hn...mune-, jadeó aquel nombre aunque debía de ser una voz para reprender, pero, su voz se rompió en el momento innecesario. Lo miró, aunque sin querer se mostraban unos ojos nublados por la caída de aquellas gotas cristalinas que quedaron atrapadas en sus pestañas. Ladeó un poco su cuerpo en busca de apartarse de aquellos roces sobre sus tetillas que estaban causando un estremecimiento en el favor del otro.
Suspiró entre alivio, y a la vez un sentir de reproche tal vez se instaló en su cuerpo cuando por fin esas manos lo soltaron, sintiéndose por fin libre para huir de aquel pervertido, pero, quedó deslumbrado al notar que pasaba a quitarse la única prenda que lo cubría, mirando por un segundo quedando atrapado al poder ver más de aquel torso.
Desvió la mirada con leve color en sus mejillas, no deseaba ver más ese cuerpo, pues era demasiado para él. Aún no descubría que era lo que le causaba tanto mal con aquel hombre, sus sentimientos siempre eran mezclados cuando se trataba de esa persona. No era bueno que continuara así, cuando reaccionó en sí mismo de nuevo, aquella camisa ya había descubierto su torso, y casi abandonaba su cuerpo sólo dejando ese bóxer oscuro ocultar su parte más intima.
-Tu, maldito pervertido… Suéltame…- Buscó de nuevo patéarlo, removiéndose en aquella tina, pasando a sostenerse de los bordes girándose para salir de allí. -No te atrevas a tocarme...-, Alcanzó uno de los shampoo y pasó a ser su arma al ser aventado contra el otro, terminando entonces de deslizarse hacia afuera, aunque no pudo irse más lejos por estar húmedo, y el piso se hacía resbaladizo, tampoco deseaba morir en su huida por una caída.
Sin aquella camisa como estorbo, se disponía a continuar dando placer sobre la superficie rosada, excitando ya no con sus dedos sino con su lengua, pero fue impedido. Su prometida forcejeó apartándolo, y le aventó un shampoo que le hubiera impactado en la cara de no haber usando uno de sus brazos como defensa. Lamentó que se le escapara de la estrecha tina, impidiéndole por la tomada distancia terminar de concretar su apasionado deseo. -¿Por qué escapas de mi?, planeaba ayudarte enjabonando tu espalda, y que luego me ayudaras a mí. Solamente eso.-, dijo jugando a ser inocente, aunque con sus actos claro había dejado que no pretendía un simple baño sino uno lascivo.
Se paró en la tina y el peso del agua absorbida por la tela terminó de deslizar la yukata, dejando su cuerpo completamente desnudo. Salió de la bañera para acercarse a la pandita mojada que estaba sentada en el piso, y se arrodilló frente a ella. Siendo la distancia entre ellos nula nuevamente, acarició los húmedos cabellos platinados. –¿Prefieres tomar un baño sola? Si es así, puedo darte un momento de privacidad… pero yo perderé entonces valiosos minutos del tiempo que he ganado como tu amo absoluto, así que tendrás que compensarme de alguna manera. Adelante, compláceme de alguna forma y me iré, cómo lo dejaré a tu criterio, sorpréndeme.
Era molesto estar mojado en un rincón, no sólo porque no se podía mover, sino también porque el ambiente pronto causaría que sintiera frío conforme su piel se fuera secando. Lo miró con enojo cuando escuchó aquellas palabras, aventándole otra cosa que cayó en sus manos, era una esponja así que no causaría gran daño aunque realmente lo quisiera.
-Que clases de buenas intensiones son... cuando... Cuando... tocas de esa manera a las personas...-, dijo, en todo tiempo evitando mirarlo, pues entonces lo veía completamente en toda su desnudez, y notó en el reojo cada detalle de la pintura que se extendía por todo su cuerpo, era por ello que no quería ver en un lugar... Bueno... Estaba siendo demasiado pudoroso.
Cerró los ojos cuando lo tuvo más cerca, y es que era tan tentador su cuerpo cristalino por las gotas de agua que coquetamente se deslizaban por donde él deseaba tocar. El color oscuro, el detalle de relieve, era tan llamativo para sus dedos, y más envidiosamente para su lengua que deseaba un contacto directo también. Lo escuchó, así que abrió los ojos despacio como si esperara que mágicamente se encontrara ropa sobre ese cuerpo.
-Eres un...-, Se mordió su labio, y un momento se notó sus mejillas inflar resaltando más el sonrosar que no lo había abandonado. Sus orejitas se agitaron sacudiéndose la húmeda, y también como atrayendo la atención de ese hombre corrupto, cuando lo notó distraído le dio un beso, uno inocente que sólo rozó los labios por unos instantes para ser saboreado junto a la unión de su aliento, pero no tanto como para dar a conocer su néctar. -…Ahora… Fuera…-
Por la actitud que ella había tomado ante su exigencia, sintió que había vuelto al pasado y la tenía entonces nuevamente en forma de una inocente pequeña niña. Engel solía hacer ese adorable gesto de inflar sus mejillas como muestra de enfado cuando recién la había conocido, pero al entrar a la adolescencia había dejado de ser tan expresiva, parecía que incluso había olvidado como sonreír. Al pasar su mirada del adorable rostro a las orejitas que de pronto se sacudieron violentamente, fue tomado por sorpresa por un suave beso. Le gustaba que actuara de una forma tan tierna y pensó que se había ganado el tiempo propuesto, pero antes de cedérselo decidió molestarla un poco más. -¿Eso es todo lo que puedes ofrecerme?-, cuestionó.
La estaba intimidando completamente desnudo, más de lo que había imaginado. Notó que su amada se esforzaba por desviar la mirada, aunque su cuerpo no debía presentársele como un secreto. Habían tenido sexo en el pasado, y aún así allí estaba ella actuando como una virgen.
Oyendo aquella pregunta le miró, y aún contra lo esperado lo tiró contra el suelo montándosele. Se inclinó sobre él haciendo roce sobre sus cuerpos húmedos, pero el contacto sólo duro lo suficiente para morderle su cuello fuerte. Mirando la marca se separó de él para dejarlo allí tendido y volver a la tina sumergiéndose en el agua. Cuando el agua distorsionaba su figura se sacó la única prenda que había quedado en su cuerpo tirándola fuera de esta.
-Ve a preparar la ropa que usaré, no pienso andar desnudo.-, dijo escondiéndose al momento de sumergirse, no pensaba salir de allí hasta que el otro estuviera completamente fuera, escuchando el sonido de sus movimientos, y sintiendo más cómodo su cuerpo que empezaba a agarrar frió por haber estado allí escondido.
De pronto la tímida osita se volvió salvaje, posicionándose sorpresivamente de esa forma tan sensual sobre él y marcándolo en el cuello con una mordida. Luego esta regresó a la tina, despojándose de la última prenda que la cubría, y entonces lamentó no poder bañarse con ella. Bueno, Engel había ganado su tiempo a solas y no podía exigir más por el momento, pensó llevando su mano a la zona donde había sido mordido. Cuando escuchó aquella orden, se animó pensando que aún tenía mucho más por disfrutar.
Agarró una toalla para secarse y abandonó el baño. De vuelta al dormitorio, buscó en el armario un traje para él acorde al juego que tenía en mente para Engel. Se vistió con un traje blanco, y dejó desplegado sobre la cama el uniforme de maid y unas bragas negras con encajes que había comprado esa mañana. Pensó que su prometida desearía asesinarlo al ver aquella ropa, pero tendría que resignarse. Era eso o andar desnuda, y ambas alternativas le resultaban agradables. –Encontrarás tu ropa sobre la cama. Te estaré esperando en el salón.-, le comunicó sin pasar la línea, manteniéndose detrás de la puerta del baño para no molestarla en el momento de privacidad que se merecía.
Cuando escuchó aquel sonido de la puerta de abrir y cerrar se relajó, dejando de estar sumergido disfrutó por unos momentos el hecho de encontrarse solo en aquel lugar. Luego decidió tomar su relajado baño, tomando las cosas necesarias para ello, se dio su tiempo aún cuando había escuchado al mayor decirle dónde lo esperaba, no pensaba ir inmediatamente tras sus palabras así que estuvo calmado.
Saliendo se secó con una toalla, y otra le cubrió para no andar tan descubierto al salir de ese lugar. Miró primero antes de abandonarlo completamente, le quedaba la duda de que realmente se encontrara en otro lugar, aunque al no verlo lo agradeció. Camino hasta la cama para ver aquella prendas. Deseó patear al mayor en ese mismo instante, sólo decidió sentarse en la cama negado a usar esa cosa, aunque la idea de andar desnudo tampoco le gustaba. Se mordió su labio pensando en algo, aunque no parecía mayor solución que usar esa cosa. Se levantó aún sin una solución, pero de pronto decidió curiosear por esa habitación negándose a salir una vez más, al menos hasta hacerse esperar por mucho tiempo.
Vio el contenido del librero, leyó cada uno de los títulos aunque había un apartado donde no parecía ser ninguna clase de lectura. Deslizó sus dedos sobre el borde para jalarlo con cuidado, y al sacarlo de aquel apartado vio que se trataba de un álbum. Miró los otros pareciendo ser lo mismo, así que sólo decidió hojear aquel primero que sacó.
Pasó cada página con lentitud, viendo que eran fotos del mayor mucho antes de que llegara a conocerlo, y continuando pudo ver una de ellos dos, lo recordaba, fue la primera vez que lo vio, cuando fueron presentados en la mansión de su familia, no se imaginó que su familia hubiera tomado una decisión así. Cerró colocando el álbum de nuevo en su lugar.
La curiosidad le volvió a ganar porque ya sacaba otro álbum, abrió ese con mayor cautela. Arqueó la ceja cuando vio que la primera foto era de “ella” en un vestido blanco, estaba sonriendo, viendo esa imagen era como otra persona, una que ya no conocía. Sintió una clase de opresión en su pecho, la cual ignoró continuando pasando las hojas, pero conforme avanzaba pensaba que el otro era un enfermo. -Idiota.-, dijo bajo sintiendo en un punto sus mejillas sonrojar, dejando ese insulto para el mayor. No veía el porqué tenía tantas fotos suyas, en todas parecía feliz. Dejó aquel álbum y al jalar otro sintió algo caer. Se agachó para recogerlo notando que era un sobre, y al girarlo vio esa fina escritura que conocía bien, y miró esa leyenda que hizo que sus dedos apretaran más, y sintiera frío aunque estaba seguro que no era por estar sólo en toalla.
XD! Jajajaj los dejas con curiosidad a todos xD!!!
Me has dejado igual que Engel dejó a Masamune...con ganas de más xD
affadaffhgdfhg ¡maldito Engel, ¿porqué no te quedaste ahí u rato mas?! ;o;
Na xD En donde queda la diversión si todo se da en la primera xD
Es mejor la espera... Mayor placer para ambos xD